¿Qué me dicen mis sueños?
Tanto en el trabajo de sueños, como en otros aspectos de la terapia Gestalt, el camino al darse cuenta (awareness) es permitir que el sueño se exprese en lugar de traerlo a la mente. Según esto, es fundamental que el sueño no solo sea recordado sino traído de vuelta a la vida. En este taller usaremos algunos modelos de trabajo con sueños para traerlos a la vida y experienciar sus mensajes, esos mensajes que son solamente para el soñante. Estos modelos pueden incluir trabajos proyectivos, de psicodrama, estructurales/simbólicos, racionales y deconstructivos.
En los sueños aparecen tanto los mensajes de las situaciones conflictivas, como los vacíos, las necesidades, las situaciones inconclusas, las partes desintegradas de la personalidad, las polaridades, los roles falsos que se juegan, la manera como se relacionan, lo que desea o teme a través de sus proyecciones, la manera como se defiende, los bloqueos que existen en su persona. Cualquier cosa que aparece o que falta en el sueño, está en la vida de la persona. El sueño señala directamente lo que se evita para estar completo.
El trabajo con sueños no es un método analítico sino interactivo y lo principal al trabajarlos, es no hacer interpretaciones de sueños ni juegos intelectuales. Es descubrir, promover el contacto emocional, ampliar la conciencia y la responsabilidad, y así, irnos construyendo como personas más integradas.
Hoy me sucedió por segunda vez, cuando menos que recuerde. Me dormí. Cansada, muy, después de varios fines de semana sin tiempo libre, habiendo atendido mi proceso, los procesos de otros, amistades, necesidades, necedades, urgencias, un poco de todo. Entonces hoy, domingo en la tarde, como la vez anterior, no hace mucho, me quedé dormida en el sillón de mi sala. No estoy acostumbrada a las siestas. Después de estas dos experiencias, creo que les debería tener miedo, a las siestas, digo.
Me dormí. Y estando dormida comencé a llorar. Asustada. Lloraba de una manera violenta, con sollozos que sacudían mi cuerpo por completo. Hubo un momento en que comencé a despertar. Sentía a las perritas en mis pies, el sonido de la televisión, el espacio reducido del sillón, el cuello incómodo, pero no me podía mover. No lloraba en mi sala, solo en mis sueños. Pero no soñaba. No había imágenes, sonidos, intercambios, diálogos, personajes…solo llanto. No sé cómo pasamos de dormidos a despiertos. Más bien sí sé. Despertamos la conciencia a través de trabajo personal profundo. Al encontrarme en ese momento simbólicamente en un proceso de despertar, de pasar del estado onírico al estado de vigilia, lloré. Lloré de terror. El viaje de dormida a despierta lo transité mediante una lucha que me llevaba entre un estado y otro intermitentemente. Conforme volvía a la conciencia mi cuerpo físico comenzó a participar en el llanto. Abdomen, lágrimas, voz, piernas, brazos, pecho, muecas. Sabía que estaba mi hija a un metro de distancia, las dos veces. Esta vez no me preguntó nada. La primera vez no supe qué responderle, y esta vez no hubiera sabido tampoco. No importaba la pregunta. No tenía ninguna respuesta.
Más tarde contemplé la experiencia y me vino a la mente la figura del atrapasueños, artefacto antiguo que he entendido sirve para detener los sueños “malos” para que no lleguen al soñante y atraer los sueños “buenos”. Pero esta experiencia no llegó de algún lado de allá, de afuera, sino que surgió desde adentro, desde un mundo que está en lo más profundo de mi misma. Entonces, ¿qué tipo de atrapasueños se puede usar para detener los “malos” sueños que surgen de los demonios propios y no de alguna invasión desde otra dimensión? ¿Sería algo deseable detener esos sueños? ¿Al buscar detener los sueños difíciles, detendríamos todos los sueños?
No deseo detener mi proceso de despertar. Y, a pesar de tanta contemplación de esta tarde, tampoco quiero explicarlo. Sí quiero estar consciente de experienciarlo. Así que vivo el llanto. Mi despertar está plagado de terror. El paso que sigue es percibir a qué le tengo tanto miedo. En el transcurso de la tarde me llegó la frase: “El constante anhelo de aquello que no deseo.” Y como diría mi querido Edgar Bobadilla: “El deseo está oculto en el miedo.”
En esta cuarentena mis sueños se escapan en cuanto abro los ojos. Solo remanentes permanecen, vagas ideas y sombras de las figuras que me acompañaron. Estoy viviendo más profundamente en el misterio, un misterio que se niega a ser develado, por ahora. Pero hoy no toca entender misterios. Hoy toca sortear operativos...
Continuar leyendo